“A mis conferencias vienen cada vez más médicos ‘clásicos’ interesados en conocer la medicina natural”
Dr. Arturo O'Byrne
Además de su labor como profesor universitario, lleva más de 20 años dando charlas sobre medicina integrativa por los cinco continentes. Y lo tiene claro: cada vez hay más pacientes descontentos con la medicina convencional, y también más médicos que buscan nuevas alternativas de tratamiento. Incluso en España, donde “se ha vuelto a la Inquisición”, denuncia. El Dr. Arturo O’Byrne nos habla sin pelos en la lengua del pasado, presente y futuro de la práctica médica.
Yo vengo de una familia de médicos; mi padre era un prestigioso cirujano y, por tanto, toda la vida me moví en el entorno de la medicina convencional. De joven fui atendido por neumólogos “clásicos” y recibí el tratamiento estándar para el asma bronquial. Sin embargo, al marcharme a estudiar a Popayán, una ciudad de clima muy fríoyhúmedo,miasmaempeoró.Fue allí donde una compañera de la Universidad me habló por primera vez del Dr. Duque. Aunque reticente en un principio, accedí a conocerlo. Se había graduado como médico internista en la Universidad de Tubinga, en Alemania, y terminó por convertirse en el introductor de la medicina biológica en Sudamérica.
Empezó mi tratamiento básicamente con cambios en la dieta (en aquella época yo comía realmente muy poca verdura, por no decir prácticamente nada) y, por otro lado, inició un tratamiento homeopático con el que trabajar especialmente mi constitución, clasificada como un “fosfórico tuberculínico”(1). Tras 6 meses de tratamiento mis síntomas desaparecieron por completo hasta el día de hoy. ¡Incluso pude comenzar
a practicar deporte, lo cual hasta aquel momento tenía prohibido por culpa de mis problemas respiratorios! Por supuesto aquello impactó de manera especial en mi forma de ver la medicina, mostrándome [las dos caras de] “la cabeza de Jano de la medicina”, como la llamaba el Dr. Duque: todo se orienta únicamente al tratamiento y control de la enfermedad y prácticamente nada a la alimentación, la suplementación nutricional, el tratamiento y la regulación de la constitución biológica, la prevención ni a todos los factores epigenéticos que juegan un papel determinante en la salud.
Yo vengo de una formación en medicina no convencional de origen alemán, pues el Dr. Duque venía de esta escuela. Se denomina “biologische medizin” [medicina bioló-gica], refiriéndose a todo un enfoqueque orienta el equilibrio homeostático(2) y la salud basándose en los propios mecanismos de regulación del cuerpo. Es lo mismo que el “vis natura medicatrix” [el poder curativo de la naturaleza] de Hipócrates. Bajo esta mirada, se entiende que el organismo está diseñado para mantenerse con buena salud, no para enfermar.
La enfermedad es el resultado de los errores cometidos, especialmente enlo que a estilo de vida se refiere. Lamedicina biológica se orienta fundamentalmente hacia los cuatro principios básicos de Hipócrates: nutrición y dieta adecuada, actividad física, equilibrio cuerpo-mente y cuidado del medioambiente ecológico. La medicina biológica se orienta más bien hacia la prevención, haciendo cumplir la “norma” hipocrática quedefiende que la función del médico esenseñar al paciente cómo vivir para no enfermar. Es decir, que mientras la base de la medicina biológica es la salud, la base de la medicina convencional es el manejo farmacológico de los desórdenes provocados por el descontrol de los mecanismos que garantizan esa salud.
He trabajado en cirugía por una especie de compromiso personal con mi padre. Por eso cuando él me dijo un día: “creo que ésta es mi última cirugía”, yo dejé de practicar esa especialidad. Desde mis estudios en Medicina y mi experiencia en la Clínica de Los Robles con el Dr. Duque, yo ya había tomado la decisión de dedicarme a la práctica biológica. Después, gracias a sus recomendaciones fui conociendo otras técnicas, como la terapia neural, la nutrición biológica, la medicina nutricional ortomolecular y la homotoxicología. Años después incorporé también la medicina cuerpo-mente, la ozonoterapia, etc.
Desde hace ya 30 años en nuestra clínica en Cali (Colombia) trabajamos un concepto que hoy por hoy encaja más con la idea de la medicina integrativa. Y en la actualidad contamos con más de 52.000 pacientes, un número realmente importante para un centro de medicina privada.
Los resultados son muy satisfactorios, pero siempre dependen de la capacidad de respuesta del paciente. Muchas veces nos llegan enfermos terminales, en cuyo caso lo que buscamos es fundamentalmente mantener y optimizar su calidad de vida, especialmente en los pacientes con cáncer. Las personas afectadas por desórdenes metabólicos, por ejemplo, responden de manera muy satisfactoria; más aún cuando logramos que se empoderen y entiendan que los resultados del tratamiento dependen de su trabajo proactivo para recuperar la buena salud.
A los pacientes suele llamarles poderosamente la atención el tiempo que requieren las consultas. Muchos comentan: “nunca me habían hecho una historia y un examen tan completo”. Pero es que por lo general la gente está muy decepcionada con la atención que recibe en los centros médicos convencionales, en los que a un médico se le obliga a atender a 4 pacientes cada hora (¡un total de 32 pacientes al día!) [en España los médicos de Atención Primaria llevan años luchando por conseguir consultas de al menos 10 minutos por paciente(3), mientras que en algunas CCAA el máximo es de 5 minutos la media nacional es de 6,7-(4)]. Esto a todas luces le impide hacer un trabajo de calidad. Nuestro equipo (hay cinco médicos en la institución) trabaja siempre de la misma forma y está claro que nuestro sistema funciona.
Dista mucho de la medicina masificada, basada en protocolos que tratan diagnósticos en vez de en tratamientos individualizados para cada paciente.Es muy significativo que, a pesar detodo el avance que se ha dado
en la investigación y en la ciencia de la salud, no estemos más sanos. Más bien todo lo contrario: las enfermedades crónicas y degenerativas aumentan de forma preocupante; enfermedades fruto de una civilización que vive en contra de su propia genética, lo cual la ha llevado a una terrible epidemia de obesidad, síndrome metabólico, enfermedades neurodegenerativas, cardiopatías, endocrinopatías y cáncer.
Los grandes “éxitos” de la medicina alopática son la cirugía y la capacidad de mantener vivo a un enfermo en la UCI a pesar de que sus órganos y sistemas hayan colapsado. Ahí es donde la medicina convencional se gana todos los aplausos. Sin embargo, muchos vemos que esa medicina aboca a una vejez llena de deterioro y enfermedad, debido a que no se centra ni en la prevención ni en la calidad de vida.
La visión alopática por sí sola es insuficiente, pero al igual que también lo es la mirada naturista. Lo que se necesita es medicina integrativa, un concepto hoy por hoy bien articulado. Si sabemos unir ambos métodos, podemos reducir de manera notable la morbimortalidad en general. Muchos de los pacientes que nos llegan tienen procesos avanzados, así que trabajamos la integración de sus tratamientos químicos con ciertos cambios en su estilo de vida, suplementación nutricional y estímulos reguladores que devuelvan al cuerpo la capacidad de sanar. En muchos casos logramos disminuir considerablemente la carga farmacológica del tratamiento, quedándose el paciente únicamente con los medicamentos que sí o sí tiene que tomar y en la dosis menos tóxica posible.
El problema está en el modelo de medicina que practicamos hoy día. A partir de 1910, con el Informe Flexner(5), los norteamericanos pusieron en marcha la “hipermedicalización”, que derivó en una práctica orientada a dar diagnósticos y a aplicar los protocolos aceptados por la American Medical Association (AMA) para dichos diagnósticos. Es decir, que el médico espera a que llegue el enfermo para atenderlo. Ése es el problema: estamos dejando que las enfermedades se instauren y generen lesiones anatomo-morfológicas (o lo que es lo mismo: estructurales) muchas veces irreparables. Por eso es lógico que el volumen de enfermos haya ido en aumento, incluso hasta el punto de colapsar económicamente un sistema de salud. Tratar a pacientes crónicos es muy costoso, mucho. Necesitamos que los estudiantes de medicina comprendan la importancia de trabajar en la prevención con una mirada epigenética, mostrando a los pacientes los errores de su estilo de vida y haciéndoles comprender por qué enferman.
Básicamente lo que se necesita es educación. Cuando veo a los padres llenar a sus hijos de azúcares o de bebidas llenas de colores y sabores artificiales, me preocupa el futuro. Hoy losniños no juegan lo suficiente de formafísica, sino que lo hacen con tablets y otros aparatos, lo cual nos conduce a una cada vez mayor población infantil obesa. Las autoridades deberían poner el foco de atención en qué se está dando de comer en los colegios y qué se les vende en las tiendas.